|
Nuestro deber como hijas de Dios debería ser que ningún pecado interrumpa nuestra intimidad con Dios, y la forma de hacerlo es mantenernos a cuentas con Dios; la confesión debería ser algo habitual en mi mente y corazón, debería ser de forma inmediata y con arrepentimiento, ese que transforma vidas y me hace dar un giro para no continuar con el pecado.
Cada noche, deberíamos permitir al Señor brillar en un proyector de
interrogación, en mi mente y corazón para evaluar todos los acontecimientos de mi día.
Tener esta actitud ejemplifica la
clase de preparación que debe tener nuestro corazón antes de venir a Dios en la
adoración.
Cuando adoramos a Dios, debemos asegurarnos que venimos con un
corazón limpio, confesando cualquier pecado conocido en nuestras vidas. Es
bueno que le pidamos a Dios que examine nuestras acciones, pensamientos,
motivos, y palabras. Dios es absolutamente santo, y yo bebo anhelar ser más como Él.
La luz no tiene ningún compañerismo con la
oscuridad nos dice Juan 1:5-7 y en los Salmos, David levanta
su oración, muy similar a la que debemos levantar cada día, El también quería venir a Dios con
un corazón limpio.
Hoy, mi amada, toma un momento para hacer la siguiente oración desde tu corazón
|
Comentarios
Publicar un comentario