Cuán difícil es para una mamá que el nido quede vacío, a mí
ya me tocó, mis dos amados hijos están lejos de mí, de nuestro hogar.
Estos días he tenido una mezcla de emociones, mi corazón de
madre los extraña cada minuto, los tengo presentes en todo instante, y lo único
que hago es orar por ellos, clamar al Señor por sus vidas y descansar sabiendo
que están en sus manos y a su cuidado.
Salmo 127 dice:
3 He aquí, herencia de Jehová son los hijos;
Cosa de estima el fruto del vientre.
4 Como saetas en mano del valiente,
Así son los hijos habidos en la juventud.
5 Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos;
No será avergonzado…
Me encanta leer este salmo, y ver lo real que es para
todos nosotros quienes por la gracia de Dios tenemos hijos, ellos son un regalo
muy valioso del Señor, una bendición para nuestras vidas, nosotros oramos por
estos dos tesoros desde que estábamos de novios, y Dios escucho nuestra oración
y los trajo a nuestras vidas, ellos dos son lo más bello de nuestras vidas, y
creo que para todo padre es así.
Pero los versículos 4 y 5 nos dice que son una saeta y
que somos bienaventurados al llenar nuestra aljaba de ellos.
Te preguntaras que significa esto, bueno nuestros hijos
son nuestras saetas, una flecha que Dios puso en nuestras manos, y una flecha que un día será lanzada, y la aljaba es la bolsa donde los flecheros cargan sus
flechas, y eso significa que nuestros hijos no estarán siempre en nuestra
aljaba, un día se lanzaran como esa flecha para forjar su propia vida, y formar
su propia familia y alcanzar su propios sueños, lejos de casa, dejando la
aljaba, es como el nido de las aves donde nacen los pichones de aves, un día la mamá los enseña a volar solos y el nido queda vacío, ya no están mas en ese lugar cómodo donde mamá y papá los cuidaba, alimentaba y enseñó a volar, ya tienen que enfrentar nuevos retos, conquistar nuevos sueños, hacer su propio hogar.
Como padres se nos dio una gran responsabilidad
mientras estuvieron con nosotros, bajo nuestra responsabilidad, hogar y dominio, y una de nuestras
metas es entrenarlos para una vida lejos de nosotros, prepáralos para cuando
sea el tiempo de dejar el nido vacío.
Hoy estoy viviendo esa etapa y es mi oración que los
principios y enseñanzas que les dimos en casa hagan una diferencia en sus
vidas, que tengan temor de Dios, que vivan conforme a su Palabra, y que sean
fieles hasta el día que Él venga.
Hoy oremos por nuestras saetas, por esos hijos preciosos que tenemos y a los que les llegó la hora de forjar sus propias vidas, tal vez muy lejos de nosotros.
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